domingo, junio 16, 2013

UN VIAJE (de Felipe Pardo y Aliaga)


UN VIAJE
de Felipe Pardo y Aliaga
Publicado en 1859

El niño Goyito está de viaje. El niño Goyito va a cumplir cincuenta y dos años; pero cuando salió del vientre de su madre le llamaron niño Goyito; y niño Goyito le llaman hoy, y niño Goyito le llamarán treinta años más, porque hay muchas gentes que van al panteón como salieron del vientre de su madre.
Este niño Goyito, que en cualquier otra parte sería un don Gregorión de buen tamaño, ha estado recibiendo por tres años enteros cartas de Chile en que le avisan que es forzoso que se transporte a aquel país a arreglar ciertos negocios interesantísimos de familia que han quedado embrollados con la muerte súbita de un deudo. Los tres años los consumió la discreción gregoriana en considerar cómo se contestarían estas cartas y cómo se efectuaría este viaje. El buen hombre no podía decidirse ni a uno ni a otro. Pero el correspoinsal menudeaba sus instancias; y ya fue preciso consultarse con el profesor, y con el médico, y con los amigos. Pues, señor, asunto concluido: el niño Goyito se va a Chile.
La noticia corrió por toda la parentela, dio conversación y quehaceres a todos los criados, afanes y devociones a todos los conventos; y convirtió la casa en una Liorna. Busca costureras por aquí, sastre por allá, fondista por acullá. Un hacendado de Cañete mandó tejer en Chincha cigarreras. La Madre Transverberación del Espíritu Santo se encargó en un convento de una parte de los dulces; Sor María en Gracia, fabricó en otro su buena porción de ellos; la Madre Salomé tomó a su cargo en el suyo las pastillas; una monjita recoleta mandó de regalo un escapulario; otras, dos estampitas; el Padre Florencio de San Pedro corrió con los sorbetes, y se encargaron a distintos manufactores y comisionados sustancias de gallina, botiquín, vinagre de los cuatro ladrones para el mareo, camisas a centenares y pantalón para los días fríos, chaqueta y pantalón para los días templados, chaquetas y pantalones para los días calurosos. En suma, la expedición de Bonaparte a Egipto no tuvo más preparativos.
Seis meses se consumieron en ellos, gracias a la actividad de las niñas (hablo de las hermanitas de Gregorio, la menor de las cuales era su madrina de bautismo), quienes sin embargo del dolor de que se hallaban atravesadas con este viaje, tomaron en un santiamén todas las providencias del caso.
Vamos al buque. Y ¿Quién verá si este buque es bueno o malo? ¡Válgame Dios! ¡Qué conflicto! ¿Se le ocurriá al Inglés don Jorge, que vivie en los altos? Ni pensarlo; las hermanitas dicen que es un bárbaro capaz de embarcarse en un zapato. Un catalán pulpero, que ha navegado de condestable en la Esmeralda, es, por fin, el perito. Le costean caballo, va al Callao, practica su reconocimiento y vuelve diciendo que el barco es bueno; y que don Goyito irá tan seguro como en un navío de la Real Armada. Con esta noticia calma la inquietud.
Despedidas. La calesa trajina por todo Lima ¿Conque se nos va usted? ¿Conque se decide usted a embarcarse? ... ¡Buen valorazo! Don Gregorio se ofrece a la disposición de todos: se le bañan los ojos en lágrimas a cada abrazo. Encarga que le encomienden a Dios. A él le encargan jamones, dulces, lenguas y cobranzas. Y ni a él le encomienda nadie a Dios, ni él se vuelve a acordar de los jamones, de los dulces, de las lenguas ni de las cobranzas.
Llega el día de la partida. ¡Qué bulla! ¡Qué jarana! ¡Qué Babilonia! Baúles en el patio, cajones en el dormitorio, colchones en el zaguán, diluvios de canastos por todas partes. Todo sale, por fin, y todo se embarca, aunque con bastantes trabajos. Marcha don Gregorio, acompañado de una numerosa caterva, a la que pertenecen también, con pendones y cordón de San Francisco de Paula, las amantes hermanitas, que sólo por el buen hermano pudieron hacer el horrendo sacrificio de ir por primera vez al Callao. Las infelices no se quitan el pañuelo de los ojos, y lo mismo le sucede al viajero. Se acerca la hora del embarque, y se agravan los soponcios. ¿Si nos volvemos a ver? ... Por fin, es forzoso partir; el bote aguarda. Va la comitiva al muelle: abrazos generales, sollozos, los amigos separan a los hermanos: "¡Adiós hermanitas mías!" "¡Adiós, Goyito de mi corazón! La alma de mi mamá Chombita te lleve con bien".

Este viaje ha sido un acontecimiento notable en la familia; ha fijado una época de eterna recordación; la constituido una era, con la cristiana, como la de la Hégira, como la de la fundación de Roma, como el Diluvio Universal, como la era de Nabonasar.

Se pregunta en la tertulia: - ¿Cuánto tiempo lleva Fulana de casada? - Aguarde usted. Fulana se casó estando Goyito para ir a Chile... - ¿Cuánto tiempo hace que murió el guardián de tal convento? - Yo le diré a usted; al padre guardián le estaban tocando las agonías al otro día del embarque de Goyito. Me acuerdo todavía que se las recé, estando enferma en cama de resultas del viaje al Callao... - ¿Qué edad tiene aquel jovencito? - Déjeme usted recordar. Nació en el año de ... Mire usted, este cálculo es más seguro, son habas contadas: cuando recibimos la primera carta de Goyito estaba mudando de dientes. Conque, saque usted la cuenta...

Así viajaban nuestros abuelos; así viajarían si se determinasen a viajar, muchos de la generación que acaba, y muchos de la generación actual, que conservan el tipo de los tiempos del Virrey Avilés, y ni aún así viajarían otros, por no viajar de ningún modo.

Pero las revoluciones, hacen del hombre, a fuerza de sacudirlo y pelotearlo, el mueble más liviano y portátil; y los infelices que desde la infancia las han tenido por atmósfera, han sacado de ellas, en medio de mil males, el corto beneficio siquiera de una gran facilidad locomotiva. La salud, o los negocios, o cualesquiera otras circunstancias aconsejan un viaje. A ver los periódicos. Buques para Chile. -Señor consignatario, ¿hay camarote? -Bien- ¿Es velero el bergantín? -Magnífico. -¿Pasaje? -Tanto más cuanto. - Estamos convencidos.

-Chica, acomódame una docena de camisas y un almofrez. Esta ligera apuntación al abogado, esta otra al procurador. Cuenta, no te descuides con la lavandera, porque el sábado me voy. Cuatro letras por la imprenta, diciendo adiós a los amigos. Eh: llegó el sábado. Un abrazo a la mujer, un par de besos a los chicos y agur. Dentro de un par de meses estoy de vuelta. Así me han enseñado a viajar, mal de mi grado, y así me ausento, lectores míos, dentro de muy pocos días.
Este y no otro es el motivo de daros mi segundo número antes que paguen sueldos.
No quisiera emprender este viaje; pero es forzoso. No sabéis bien cuánto me cuesta el suspender con esta ausencia mis dulces coloquios con el público. Quizá no sucederá otro tanto a la mayor parte de vosotros, que corresponderéis a mi amistosa despedida exclamando: ¡Mal rayo te parta, y nunca más vuelvas a incomodarnos la paciencia! En fin, sea lo que fuere, los enemigos y enemigas descansad de mi insoportable tarabilla; preparad vuestros viajes con toda la calma que queráis; hablad de la ópera como os acomode, idos a Amancaes como y cuando os parezca, bailad zamacueca y taco tendido, a roso y velloso, a troche y moche, a banderas desplegadas; haced cuanta tontería os venga la mente: en suma, aprovechad estos dos meses. Los amigos y amigas tened el presente artículo por visita o tarjeta de despedida, y rogad a Dios me dé viento fresco, capitán amable, buena mesa y pronto regreso.

sábado, junio 15, 2013

“El viaje del niño Goyito”

Un viaje, es el título de un artículo de costumbres del escritor peruano Felipe Pardo y Aliaga, que apareció publicado por primera vez en el periódico limeño El espejo de mi tierra, en 1840. Es una sátira sobre las maneras antiguas de viajar de los limeños. El protagonista, el “Niño Goyito”, muy bien caracterizado en fondo y forma, ha pasado a ser el equivalente del “niño bien”, o joven engreído de Lima, un biotipo que ha permanecido incólume a través del paso del tiempo.


Este relato ha figurado desde temprano en toda antología de la literatura peruana y en los textos escolares. Popularmente se lo conoce como “El viaje del niño Goyito” o simplemente “El niño Goyito”.   Autor: Felipe Pardo y Aliaga (Lima 1806-1868) Poeta satírico, dramaturgo, abogado, y político peruano. Año: Lima, Perú, 1840. Escrita durante la época del costumbrismo peruano. La acción se desarrolla en los últimos tiempos de la época virreinal o comienzos de la República.

El niño Goyito ha estado recibiendo cartas de Chile durante tres años sobre ciertos negocios interesantes. Aunque tiene 52 años, lo llaman niño Goyito, y así lo llamarán hasta su muerte.

Después de muchos titubeos, el asunto se decide: viajará. La noticia corre por toda la parentela y se convierte en motivo de conversación y quehaceres. El preparativo dura seis meses. Todos se dividen el trabajo: Los sastres hacen ropas diferentes por cada cambio estacional; un hacendado de Cañete teje cigarreras; se encargan los dulces a las madres de un convento; las pastillas, a la madre Salomé, etc. Sin embargo, surge la disyuntiva: de si el buque es seguro o no. Para estar seguros se valen de los informes de un catalán, experto en el asunto, quien luego de hacer las pesquisas, informa que el barco es bueno, con lo que se tranquilizan todos.

El niño Goyito emprende por fin el viaje tan comentado. En la despedida, lloran las hermanas y también el viajero. Hay, además de llantos, encargos de la gente. Este viaje marcó un hito para la familia del protagonista, como si se tratara de una era universal, pues en el habla cotidiana, todos los acontecimientos se sitúan antes y después del viaje de Goyito.

El narrador finaliza exponiendo que, a diferencia de esa manera antigua de viajar de los abuelos, ahora el asunto es mucho más expeditivo, sin tanto barullo. Y precisamente avisa a sus lectores que dentro de unos días se irá a Chile, siendo su partida “forzosa”, aunque estará de vuelta, asegura, en un par de meses.
Concebido como una sátira mordaz hacia la sociedad limeña de mediados del siglo XIX, “El Viaje del Niño Goyito” es una crítica hacia la persistencia de las antiguas costumbres y la incapacidad humana de crecer como persona y dejar de ser el "niño".

jueves, junio 13, 2013

LOS GENES SON DE TODOS

— "A naturally occurring DNA segment is a product of nature and not patent eligible merely because it has been isolated."


— But, synthetically created "strands of nucleotides known as composite DNA (cDNA)" are "patent eligible" because they do not occur naturally.
Esta es la clave del caso Asociación Patológica Molecular versus Myriad Genetics (12-398).

Los genes humanos no se pueden patentar, ni en su estado natural, ni aislados en el laboratorio mediante procesos de ingeniería genética, según ha fallado este jueves el Tribunal Supremo de Estados Unidos. En una decisión que mantenía en vilo a la industria farmacéutica, agroalimentaria y las compañías de biomedicina, pero también a la comunidad científica, nueve magistrados han decidido de forma unánime que la empresa Myriad Genetics no tiene derecho a la propiedad industrial y la explotación comercial exclusiva de los genes BRCA1 y BRCA2, cuyo análisis sirve para evaluar el riesgo de desarrollar cáncer de mama y ovario. “El ADN es un producto de la naturaleza y no puede ser objeto de patente simplemente porque haya sido aislado”, han manifestado los magistrados del alto tribunal estadounidense.

“Esta decisión supone que todas las compañías que lo deseen pueden obtener este o cualquier otro gen, aislarlo y usarlo para diagnosticar enfermedades sin infringir ninguna patente”, señala Alfonso Valencia, vicedirector de investigación del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), que recogía la satisfacción de la comunidad. Dado que, hasta el momento, el uso comercial para diagnóstico de estas patentes —siete en total— estaba en manos de Myriad (no por demasiado tiempo, los derechos de propiedad industrial de la compañía estadounidense expiraban en 2015), la resolución judicial supone un radical cambio en las reglas de juego existentes hasta el momento, lo que tendrá previsiblemente importantes consecuencias en Estados Unidos.

Es verdad que la sentencia reconoce el derecho de Myriad a patentar productos artificiales derivados del gen, el llamado ADN sintético (o copia, cADN). Este fragmento de material genético, que es manipulable en el laboratorio y se usa en el proceso de diagnóstico de mutaciones, es el que se obtiene al replicar un segmento de una hebra de ADN. Sin embargo, como apunta Valencia, la genómica ha avanzado mucho desde que comenzó el proceso judicial de Myriad y desde que la compañía comenzó a patentar genes, allá por 1994. Durante todo este tiempo, el uso del ADN copia ha perdido valor en los procedimientos técnicos de diagnóstico genético. “Ahora, ya no tiene relevancia, ha quedado desfasado por los nuevos métodos”, explica el investigador del CNIO. Una nueva tecnología que, por otra parte, ha traído consigo una vertiginosa caída de precios —el análisis conjunto de los BRCA sale por 900 euros— que han situado a estos procedimientos a las puertas del uso clínico generalizado. “La relevancia de la medida adoptada por los jueces es evidente”, insiste Valencia. “Habrá más compañías atraídas por el sector del diagnóstico genético, y se abaratarán aún más los procedimientos”. Myriad cobra 3.000 dólares (2.250 euros) por la prueba.

La resolución judicial pone el punto final a una reclamación presentada en 2009 por la Fundación Patentes Públicas (Patent Public Foundation, PubPat) y la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (American Civil Liberties Union, ACLU), arropada por asociaciones de pacientes de cáncer de mama y colectivos de médicos. Todos ellos acudieron a los tribunales por considerar inválidas e inconstitucionales las patentes que Myriad había ido registrando relativas al BRCA1 (que se hizo recientemente famoso por ser el que tenía mutado Angelina Jolie, lo que le llevó a optar por una mastectomía preventiva) y BRCA2.

Gracias a ellas, la compañía estadounidense contaba con los derechos sobre los genes, sobre las secuencias mutadas y su empleo en diagnóstico y pronóstico de cáncer de mama y ovario. Ello le otorgaba la licencia exclusiva de la explotación en Estados Unidos del test de detección de mutaciones en ambos genes —lo que impedía una segunda opinión independiente—. Dado que todos los resultados de las decenas de miles de test pasaban por los departamentos de análisis de la empresa, Myriad acumuló una colosal base de datos relativa a mutaciones patógenas en estos dos genes. Un conocimiento que, en contra de los hábitos que caracterizan a la comunidad científica, se ha reservado para su uso exclusivo. De hecho, se estima que la empresa cuenta con una información miles de veces superior a las bases de datos públicas en Internet (Human Gene Mutation Database, Breast Cancer Information Core), donde los investigadores vuelcan sus hallazgos y colaboran conjuntamente al avance del conocimiento de la enfermedad.

Una primera vista, celebrada en 2010 en un tribunal de Nueva York, ya dio la razón a los demandantes. Tras un recurso a la instancia federal de apelaciones, el procedimiento llegó al Tribunal Supremo, donde se ha reafirmado la imposibilidad de patentar genes humanos. El Supremo reconoce que Myriad ha identificado genes relevantes, pero “los descubrimientos revolucionarios, innovadores y brillantes no son en sí mismos una aplicación”, tal y como recoge el fallo. “Las leyes de la naturaleza, los fenómenos naturales y las ideas abstractas son herramientas fundamentales para el trabajo científico y tecnológico que no entran en el ámbito de la protección de las patentes”, añaden los magistrados.

Una de las primeras entidades en manifestarse tras darse a conocer la opinión del alto tribunal fue la ACLU. “El tribunal ha tumbado una barrera importante para la atención al paciente y la innovación médica. Myriad no inventó los genes BRCA, por lo que no debe controlarlos”, dijo un portavoz. En Wall Street, sin embargo, no hubo castigo a la empresa debido al reconocimiento de las patentes de ADN copia. Las acciones de la compañía subieron más del 8%, hasta los 36,83 dólares.

Los efectos de la resolución del Tribunal Supremo se limitan a los Estados Unidos. En Europa, la directiva 98/44 permitiría patentar genes aislados siempre que se cumplieran determinadas características —novedad, resolución de un problema, como su aplicación diagnóstica, invención—, según apunta Francisco Fernández Brañas, uno de los directores del Departamento de Biotecnología de la Oficina Europea de Patentes. De hecho, Myriad tiene licencias vigentes en Europa, pero mucho más limitadas de las que disfrutaba en Estados Unidos. Distintas empresas practican análisis genéticos de BRCA1 y BRCA2 con normalidad. En el sector no hay conocimiento de reclamaciones por parte de Myriad para exigir los derechos de uso de la técnica.

viernes, junio 07, 2013

PAYADA/ PAYA/ PAYDOR

PAYADA/ PAYA/  PAYADOR

La payada, en Argentina, Uruguay, sur de Brasil, y parte de Paraguay , o paya en Chile, es un arte poético musical perteneciente a la cultura hispánica, que adquirió un gran desarrollo en el Cono Sur de América, en el que una persona, el payador, improvisa un recitado en rima, cantado y acompañado de una guitarra. Cuando la payada es a dúo se denomina contrapunto y toma la forma de un duelo cantado, en el que cada payador debe contestar payando las preguntas de su contrincante, para luego pasar a preguntar del mismo modo. Estas payadas a dúo suelen durar horas, a veces días, y terminan cuando uno de los cantores no responde inmediatamente a la pregunta de su contendiente.
Es un arte emparentado con el versolarismo vasco, el trovo alpujarreño y el repentismo cubano. Este tipo de "discusión dialéctica" responde a un patrón que ha estado presente en un gran número de culturas, y forma parte de la tradición asiática, de las culturas griega y romana y de la historia del Mediterráneo musulmán.

La payada en Argentina y Uruguay
Como antecedente a la aparición de este arte en el Río de la Plata, puede encontrarse la obra de Bartolomé Hidalgo nacido en Montevideo en 1788, el cual es considerado el primer poeta gauchesco. La fecha de su nacimiento (24 de agosto) fue establecida por ley como el "Día del Payador" en Uruguay".En Argentina se ha establecido el 23 de julio como "Dia del Payador" en recuerdo de la famosa payada celebrada entre Juan Nava y Gabino Ezeiza en 1884, en Paysandú, la cual ganó el legendario Gabino Ezeiza con la improvisación de lo que después sería su canción "Saludo a Paysandú".

El primer payador cuyo nombre se registra es un soldado que luchó contra las invasiones inglesas en 1806-1807: Simón Méndez, apodado Guasquita.
En Argentina y Uruguay la payada forma parte de la cultura gauchesca.

La payada en el sur de Brasil
Como parte de la región y la cultura gauchesca, el sur de Brasil, en especial en el estado de Rio Grande do Sul, comparte con Argentina y Uruguay, la práctica de la payada, denominada allí también pajada, palabra que en portugués se pronuncia igual.

En Brasil, las "pajadas" son cantadas en versos de décima espinela, con acompañamiento musical de un músico de apoyo, normalmente siguiendo el estilo de milonga. El payador o pajador en Brasil es considerado un repentista, nombre con que se conocen en ese país los artistas que cantan improvisando los versos.

La paya en Chile
La paya es un arte muy popular en la Zona Central de Chile y parte importantísima de la cultura campesina o huasa. Las estrofas más utilizadas son la cuarteta y la décima. Fue perseguida por las autoridades durante el siglo XIX, y sus letras se conocieron como la "lira popular".



Los payadores cantan décimas improvisadas al compás de la milonga campera, la cifra, el estilo y otros ritmos. Son trovadores, juglares, cantores de una centenaria tradición ininterrumpida de Chile, Uruguay y de Argentina. La payada es, por excelencia, el canto del gaucho de la pampa, como el célebre Martín Fierro. Al igual que los decimeros, repentistas, glosadors, regueifeiros, bertsolaris, cantastoris, freestaylers, poetas del Genil, corrandistas, cantadores de albades, stornellisti, cantastories, poeti di canto abraccio, versadores y tantos otros, es la voz de un intenso ritual colectivo. El canto improvisado es un puro acto de comunicación, un trance, que guarda en su alma profundos rastros de las antiguas comuniones tribales asombradas por el fuego.