EL PRINCIPIO DEL FIN
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas: 19 de agosto de 1991
Después de que
Mijaíl Gorbachov sucediera a Konstantín Chernenko como Secretario General del PCUS
en 1985 introdujo muchos cambios en la política exterior soviética y en la economía de la Unión Soviética. Gorbachov persiguió políticas conciliatorias hacia el oeste en vez de mantener el statu quo de la guerra fría. La Unión Soviética terminó su intervención en Afganistán, firmó tratados estratégicos de reducción de armas con los Estados Unidos, y permitió que sus aliados en Europa Oriental determinaran sus propios asuntos. La caída del muro de Berlín, que comenzó en noviembre de 1989, señaló dramáticamente el fin del imperio exterior de la Unión Soviética en la Europa central y oriental. Dos años más tarde, el imperio interno también acabó.
El intento de golpe de Estado que mantuvo en vilo al mundo durante
tres días de agosto de 1991 se desdibuja y mitifica en la memoria de los participantes y testigos de aquellos sucesos que condenaron a muerte a la
URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), un Estado de 22.400 kilómetros cuadrados desde el Báltico hasta el Pacífico pasando por las montañas del Pamir.
El
19 de agosto de 1991, un grupo de ocho altos funcionarios de la URSS, entre ellos el vicepresidente del Estado, Guennadi Yanáiev y el jefe del KGB, Vladímir Kriuchkov, el ministro de Defensa, Dmitri Yázov, y el de Interior, Boris Pugo, además de veteranos líderes en la gestión de la industria pesada y militar y de la agricultura, anunciaron que habían constituido un Comité Estatal de Situaciones de Emergencia (GKCHP, en sus siglas rusas) para "evitar el caos", estabilizar la economía y acabar con la "perestroika".
Contra el Tratado de la Unión
Un día antes, los golpistas visitaron al presidente de la URSS y secretario general del Partido Comunista de la URSS (PCUS), Mijaíl Gorbachov, que estaba concluyendo su veraneo en una dacha de Forós, en Crimea, y trataron de convencerlo para que les ayudara a restablecer el orden que ellos veían amenazado. Les preocupaba sobre todo el Tratado de la Unión (TU), un documento que Gorbachov, el presidente de Rusia, Borís Yeltsin, y los líderes de varias otras repúblicas soviéticas debían firmar en Moscú el 20 de agosto. Gorbachov esperaba que aquel documento sirviera para renovar la URSS y garantizara la convivencia de los territorios que todavía querían formar parte de un solo Estado. Es difícil saber si el TU hubiera salvado a la URSS en crisis.
El 19, de madrugada, hicieron público su primer comunicado, por el cual el vicepresidente Yanáev tomaba el poder alegando que Gorbachov estaba enfermo. Dirigiéndose al "pueblo soviético", anunciaron un toque de queda, la suspensión de los partidos que se opusieran a sus directivas y la prohibición de los medios de comunicación excepto ocho diarios leales.
La televisión, aquella mañana, trasmitía el ballet "El Lago de los Cisnes" de Piotr Chaikovski. Kriuchkov había preparado una lista de personajes socialmente activos que debían ser detenidos, pero ni estas instrucciones ni muchas otras del GKCHP se llevaron a cabo de forma consistente. El gran error de los golpistas fue no haber detenido a Yeltsin, quien había sido elegido presidente de Rusia el 12 de julio anterior en las primeras elecciones democráticas en su género que se celebraban en la mayor de las 15 repúblicas soviéticas federadas.
En la madrugada del 19 de agosto, el presidente ruso había llegado de Almatí, la capital de la república soviética de Kazajistán, donde Nursultán Nazarbáyev, el máximo dirigente local, lo había retenido para agasajarlo durante unas horas tras el programa oficial. Los primeros políticos rusos y también los primeros carros blindados comenzaron a aparecer en la Casa Blanca, el edificio que entonces era la sede del parlamento ruso, cuando Yeltsin estaba aún en su residencia de Arjángelskoe, en los alrededores de Moscú.
Poco después del medio día, el líder ruso se subió a uno de los carros apostados junto a la sede del Parlamento y leyó el llamamiento a los "ciudadanos de Rusia". Yeltsin exhortó a la desobediencia civil a los golpistas, exigió el retorno de Gorbachov y la convocatoria de un congreso extraordinario del Congreso de los Diputados Populares de la URSS (el superparlamento soviético).
El ruso se convirtió así en el símbolo de la resistencia al golpe, coordinada desde la Casa Blanca. En el interior de este edificio, los diputados llamaban por teléfono a provincias, les dictaban las disposiciones del presidente ruso y se informaban sobre la situación local. Lejos de Moscú, muchos trataron de ganar tiempo hasta que quedara claro el desenlace de la crisis. En el campo internacional, los dirigentes de Irak, Libia, Yugoslavia y el palestino Yaser Arafat se apresuraron a felicitar a los golpistas, según contaba el jueves Guennadi Búrbulis, que fue secretario de Estado de la Federación Rusa.
En Moscú, grupos de diputados con experiencia o contactos militares iban a dialogar con los tanquistas, que estaban confusos sobre el carácter de su misión junto a la Casa Blanca (defender el edificio o prepararse para atacar), y sondeaban a los mandos en los cuarteles. El jefe de Gobierno soviético, Valentin Pávlov, uno de los golpistas, dijo posteriormente que Borís Yeltsin se había puesto en contacto con el jefe de las tropas de paracaidistas Pável Grachov para solicitarle el envío de tanques a la Casa Blanca. Sin preguntar a su jefe, el ministro de defensa Dmitri Yázov, Grachov envió tropas a Yeltsin, y en aquel contingente, que desapareció después con la misma facilidad con la que había salido a la calle, estaba el general Alexandr Lébed, que se distinguiría después por su expeditiva actitud en la región separatista del Transdniéster, en Moldavia.
Defensa popular del Parlamento
A lo largo del 19 de agosto, en torno a la sede del parlamento se fue concentrando gente, aunque no demasiada, comparado con los grandes mítines que por entonces sacaban a la calle a centenares de miles de personas. A las cinco de la tarde, los golpistas dieron una conferencia de prensa. En ella, las explicaciones y las manos temblorosas de Yanáev hicieron presentir que aquellos hombres no estaban en disposición de acabar con éxito la aventura que habían iniciado.
El 20 de agosto el número de "defensores de la Casa Blanca" había aumentado. Entre la masa de espontáneos reunidos en torno a la sede del parlamento había gentes tan distintas como el guerrillero checheno Shamil Basáiev, el embajador del Reino Unido en la URSS, cosacos, artistas, intelectuales y moscovitas de a pie. Muchos de ellos se integraron después en una organización que se llamó "Zhivoe Kolzó" (El Anillo Vivo).
La noche del 20 al 21 de agosto fue la más dramática de las tres que Yeltsin y sus seguidores pasaron en el parlamento ruso. Los resistentes temían que pudiera producirse un asalto. Entre los seguidores de Yeltsin se habían repartido armas. Algunos diputados, con la carabina al hombro, tomaban posiciones en los tejados de la Casa Blanca. Después de la medianoche, el vicepresidente de Rusia, general Alexandr Rutskoi, un aviador veterano de la guerra de Afganistán, exhortó por los altavoces a defender el edificio, pero poco después, Guennadi Búrbulis, por entonces muy próximo a Yeltsin, utilizó el mismo sistema de megafonía para afirmar la libertad de cada cual de hacer lo que creyera oportuno. Aquella madrugada, una mala maniobra de un tanque junto a una columna de manifestantes acabó con la vida de tres jóvenes en el cruce entre el anillo circular y la avenida Kalinin.
Kriuchkov se había paseado alrededor de la Casa Blanca en un coche con ventanas ahumadas y mantenía conversaciones telefónicas con Búrbulis y los yeltsinistas. Según Víctor Ivánenko, que dirigía el recién formado comité de seguridad del Estado de Rusia, Kriuchkov, considerado el cerebro del golpe, se dio por vencido en la madrugada del 21 de agosto y anunció a los atrincherados que podían dormir tranquilos. El KGB había movilizado al grupo antiterrorista "Alfa", pero no dio la orden definitiva de asalto, aunque sí hubo órdenes previas de avance, reconocimiento y desarrollo del plan de acción. Como otras instituciones del Estado, el KGB no era por entonces una unidad monolítica.
El rescate de Gorbachov
El 21 de agosto, en un pleno extraordinario del parlamento ruso se designó a una comisión especial dirigida por el vicepresidente Rutskói para ir a buscar a Gorbachov a Crimea. También los golpistas volaron de nuevo hacia allí. En la madrugada del 21 al 22 de agosto Gorbachov y su familia fueron conducidos en avión a la capital. El rostro desmejorado de Raisa, la esposa del presidente, revelaba el sufrimiento pasado. Vino después el gran mitin de la Casa Blanca en la mañana del 22 de agosto, la sensación de hermandad y de incomparable liberación.
Después de la
disolución de la Unión Soviética el
25 de diciembre de 1991, Rusia demandó ser el sucesor legal del Estado soviético en la esfera internacional. A tal efecto, Rusia aceptó voluntariamente toda la deuda exterior soviética, y reclamó las propiedades soviéticas de ultramar como propias. Para prevenir conflictos subsecuentes sobre las propiedades soviéticas, los acuerdos de “variante cero" fueron propuestos a los Estados nuevamente independientes según el statu quo en la fecha de la disolución (Ucrania es la única antigua república soviética que no ha entrado en tal acuerdo). También se plantearon cuestiones sobre la vigencia de los tratados que había firmado la Unión Soviética, por ejemplo el tratado de misiles antibalísticos; Rusia mantiene la posición de que esos tratados siguen en vigor, y deben ser leídos como si fuera Rusia la signataria.
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