sábado, noviembre 05, 2011

CAUSA ESMA : el veredicto

En un fallo de extraordinario significado histórico, la justicia federal argentina  condenó el miercoles 26 de octubre a prisión perpetua a los ex oficiales de la Armada Alfredo Astiz, Jorge "El Tigre" Acosta, Antonio Pernías y Ricardo Cavallo, y a otros ocho represores, por crímenes de lesa humanidad.
Es la primera sentencia dictada en la Argentina contra el grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde funcionó el centro clandestino de detención más emblemático de la última dictadura militar.

El fallo alcanzó a 16 represores; en la Argentina, es el primero contra Astiz por sus violaciones de los derechos humanos, y condenó además casos de enorme repercusión, como los homicidios de las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet; de la fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor, y del periodista y militante de Montoneros Rodolfo Walsh, que fue sorprendido por una patota el 25 de marzo de 1977 y llegó muerto a la ESMA. Las defensas se negaban a que fuera considerado un homicidio, basadas en que el fiscal de instrucción había encuadrado el hecho como un caso de privación ilegítima de la libertad. Algo similar sucedió con la muerte de María Cristina Lennie, que el 18 de mayo de 1977, rodeada por quienes intentaban secuestrarla, tomó cianuro líquido y murió. Su cuerpo fue llevado a la ESMA. Tenía 18 años. El tribunal condenó al ex militar Oscar Montes por homicidio, pese a que la defensa alegaba que debía interpretarse como un suicidio. Nunca había existido un condena semejante.


La ESMA por dentro: un recorrido por las huellas del terror
http://youtu.be/JSx0lp8nUq8


Hoy en la ex ESMA y actual sede del ESPACIO PARA LA MEMORIA todavía quedan huellas del terror. Fue en ese lugar donde Emilio Massera conformó el Grupo de Tareas 3.3.2 y montó un centro de exterminio como parte de su proyecto político.
Es que, mientras que en la planta baja y en los dos primeros pisos se ubicaban las habitaciones de los oficiales y un salón en donde fue homenajeado el propio Massera, en el sótano, el tercer piso y el altillo funcionaba el centro de detención.

En el subsuelo, aún quedan huellas de unas cinco salas de torturas. Fue en ese lugar donde, según relataron dos sobrevivientes, fue visto el cuerpo de Rodolfo Walsh. También allí funcionaba la enfermería, donde los detenidos recibían una inyección que los adormecía para luego ser destinados a los llamados "vuelos de la muerte".
En el tercer piso se emplazaba la "Capucha" el espacio de reclusión en las denominadas "cuchas": unos compartimentos formados por paneles de madera aglomerada separados por 75 cm. En la misma planta se guardaba el botín que se les robaba a las personas secuestradas, en una habitación denominada "Pañol", en alusión a la jerga naval.
Ambos espacios están separados por un pasillo donde, por entonces, había dos baños, definidos por los sobrevivientes como sus espacios de "socialización". En un pequeño cubículo, funcionaba la "maternidad" donde se estima que nacieron unos 33 niños.
También allí funcionó un centro de "trabajo esclavo intelectual" que respondía al proyecto de Massera: los detenidos de mayor formación política era eran puestos a procesar información local y del exterior a petición del represor.

Por una pequeña escalera hoy todavía se accede a lo que fue "capuchita", un espacio más reducido en donde convivían las salas para interrogatorios y los espacios de detención. Varios de los sobrevivientes declararon que allí permanecieron las monjas francesas, Alice Domon y Léonie Duquet.
Ya en democracia, los sobrevivientes que dieron testimonio pudieron regresar al casino de oficiales y reconocieron los espacios donde habían permanecido, la mayoría del tiempo encapuchados. En el juicio, el edificio resultó una prueba fundamental para hacer justicia y hoy está abierto al público, como una manera de hacer memoria.

Ese plan tuvo su epicentro en denominado "casino de oficiales", un pequeño edificio de tres plantas perdido en el enorme predio de la Avenida del Libertador. En esos pisos se concentraron la planificación de los secuestros, las detenciones y los interrogatorios bajo tortura.
En total fueron condenados 16 represores, por homicidios, secuestros, torturas y robo de bienes contra 86 personas; dos de los acusados fueron absueltos, aunque seguirán presos por otros cargos.

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