BACHA BAZI : el secreto más oscuro de Afganistán
(cuando la pedofilia está socialmente aceptada …)
"The dancing boys of Afghanistan" se trata de la práctica del "Bacha Bazi" (niños bailarines), la cual es, aún hoy en día una importante fuente de entretenimiento en la sociedad Afghana.
Los niños son vendidos a señores poderosos y entrenados en el arte del Bacha Bazi durante años para ser el centro de la atracción de fiestas de hombres, como bailarines vestidos de mujer. La práctica conlleva una relación de poder sobre el niño, esclavitud y abuso sexual.
FRONTLINE muestra como los hombres se pasean por aldeas pobres tratando de conseguir muchachitos jóvenes de bella apariencia, para pagarle a las familias y llevárselos para entrenarlos en el arte del Bacha Bazi.
Los niños al principio piensan que se trata de un juego que les aporta la nueva fuente de autoridad que los saca de la miseria. Pero sus vidas quedarán marcadas para siempre por la práctica del Bacha Bazi en una sociedad que le prohibe la educación a sus niñas y confina a unas celdas de tela a sus mujeres.
Una practica rechazada por los talibanes, pero que ahora según algunos expertos está haciendo reaparición. Es algo tan controvertido que la mayoría de los afganos se niegan a hablar de ello o incluso a reconocer su existencia.
En esta parte profundamente conservadora del mundo, a las mujeres no se les permite bailar en público y los muchachos jóvenes a menudo llenan este vacío. Pero el baile no es la parte más inquietante de esta práctica. Es después de que el baile ha terminado y todo el mundo se va a su casa que los niños son abusados sexualmente.
La antigua práctica de la "bacha bazi" (del persa "jugando con niños") ha estado presente en Afganistán desde hace siglos, pero después de la caída de los talibanes se vio un resurgimiento de la esclavitud sexual y prostitución infantil.
Bacha bereesh " niños sin barba”, con este nombre llaman a los niños que practican el “Bacha bazi” en Afganistan, donde se disfrazan de mujeres con cascabeles en tobillos y muñecas y bailan para hombres poderosos y adinerados normalmente líderes militares.
Estos niños de entre 10 y 18 años son reclutados por “hombres de negocios” que se dedican a buscar a “niños atractivos” en zonas muy pobres donde les captan con promesas de trabajo y dinero, las familias aceptan al creer que el niño va a trabajar y traer dinero y así poder sobrevivir ya que muchas familias pasan días sin tener nada que comer.
A estos niños se les da clases de música, baile y canto durante unos meses, cuando su “dueño” considera que ya están preparados, organizan fiestas donde asisten hombres poderosos. Los niños bailan para ellos, estos hombres sin escrúpulos se sienten atraídos por los niños y si el dueño del niño lo permite pueden mantener relaciones sexuales con ellos, de esta manera los niños se convierten en esclavos sexuales. Si estos niños se niegan a las prácticas sexuales o incluso intentan escapar son asesinados sin ningún tipo de pudor. Si el dueño del niño se encapricha con él lo pasea como su pareja incluso mantiene relaciones sexuales siempre que le apetezca. Cuando los niños cumplen 18 años ya son considerados hombres es decir, que ya no sirven para el “bacha bazi” y son abandonados a su suerte.
En Afganistan esta práctica está prohibida incluso la ley dice que el hombre que la practique será lapidado por sodomía pero la realidad es otra incluso tener al niño más guapo y mejor bailarín es signo de prestigio, para ser alguien tienes que ser dueño de un “bacha bereesh”. Se practica con total libertad incluso la practican los corregidores (policías) que deberían de salvar a los niños.
Y si, todo esto pasa en Afganistan, si, ese lugar donde la mujer no tiene ni voz ni voto donde vive debajo de un burka que apenas tiene una rendija de tela en la parte de los ojos y que hemos visto como han sido lapidadas por adulterio.
Hace pocos días Wikileaks publicó un cable de Afganistán que revelaba que el contratista DynCorp del gobierno de EE.UU. hizo una fiesta para reclutas de la seguridad afgana con niños "Bacha Bazi" como entretenimiento. Al parecer, este es el tipo de "entretenimiento", financiado por los dólares de los impuestos de los norteamericanos cuando DynCorp está a cargo de la seguridad en Afganistán.
DynCorp es un contratista del gobierno que ha sido la encargada de la capacitación de las fuerzas de seguridad afganas y las fuerzas de la policía durante varios años. Aunque la compañía es tan transparente como una roca con revestimiento de plomo, la mayoría de los informes demandan que más del 95% de su presupuesto proviene de los contribuyentes de EE.UU.. Ese es presupuesto del que DynCorp pagó por una fiesta en la provincia de Kunduz para algunos aspirantes a la policía afgana. El entretenimiento de la noche fueron muchachos "Bacha Bazi", que los proxenetas entregaron para que cantaran y bailaran para los reclutas y luego fueran violados. Ese es dinero de sus impuestos puesto a trabajar, la lucha contra el terrorismo y el extremismo en Afganistán a cambio del tráfico de niños pequeños para tener relaciones sexuales con policías en formación.
http://video.pbs.org/video/1474778660
Watch the full episode. See more FRONTLINE.
In The Dancing Boys of Afghanistan, Afghan journalist Najibullah Quraishi (Behind Taliban Lines) returns to his native land to expose an ancient practice that has been brought back by powerful warlords, former military commanders and wealthy businessmen. Known as "bacha bazi" (literal translation: "boy play"), this illegal practice exploits street orphans and poor boys, some as young as 11, whose parents are paid to give over their sons to their new "masters." The men dress the boys in women's clothes and train them to sing and dance for the entertainment of themselves and their friends. According to experts, the dancing boys are used sexually by these powerful men.
In detailed conversations with several bacha bazi masters in northern Afghanistan and with the dancing boys they own, reporter Quraishi reveals a culture where wealthy Afghan men openly exploit some of the poorest, most vulnerable members of their society.
"What was so unnerving about the men I had met was not just their lack of concern for the damage their abuse was doing to the boys," Quraishi says. "It was also their casualness with which they operated and the pride with which they showed me their boys, their friends, their world. They clearly believed that nothing they were doing was wrong."
Under the guise of doing a documentary on similar practices in Europe, Quraishi gained the confidence of Dastager, a former mujahideen commander and wealthy businessman whose business interests include importing autos from the Far East. With Dastager as his guide, Quraishi takes viewers inside the world of bacha bazi, where prominent men compete to own and use the boys.
"I had a boy because every commander had a partner," says Mestary, a former senior commander who is well connected with major Afghan warlords. "Among the commanders there is competition, and if I didn't have one, then I could not compete with them."
"I go to every province to have happiness and pleasure with boys," says an Afghan man known as "The German," who acts as a bacha bazi pimp, supplying boys to the men. "Some boys are not good for dancing, and they will be used for other purposes. ... I mean for sodomy and other sexual activities."
"It's a disgusting practice. ... It's a form of slavery, taking a child, keeping him. It's a form of sexual slavery," says Radhika Coomaraswamy. U.N. special representative for Children and Armed Conflict. "The only way to stop bacha bazi is if you prosecute the people who commit the crime, and that's what we need, because the laws are there in the books against this practice."
In the documentary, Quraishi interviews local police officials who insist that men who participate in bacha bazi will be arrested and punished regardless of their wealth or powerful connections. Later that day, however, Quraishi's cameras catch two officers from the same police department attending an illegal bacha bazi party.
"Many of the people who do this work for the government," says Nazir Alimy, who compiled a report on bacha bazi for UNICEF. "They speak out against it but are abusers themselves. ... I personally cannot mention any names because I am scared."
Quraishi speaks with some dancing boys who fear they will be beaten or killed. "If they stray, they get killed," says a 13-year-old dancing boy. "Sometimes fighting happens among the men who own the boys. If you don't please them, they beat you, and people get killed."
Quraishi also talks with the family of 15-year-old Hafiz, who reportedly was murdered after trying to escape from his master, a well-known drug baron and warlord. In Hafiz's case, a suspect -- the policeman who supplied the gun that killed Hafiz -- was arrested and convicted. Sentenced to 16 years in prison, the officer was released after serving only a few months. Hafiz's family says they suspect the boy's former owner bribed local officials to win his release.
"If only these people were punished, this kind of thing wouldn't happen," Hafiz's mother says. "Whoever commits these crimes doesn't get punished. Power is power."
The program will conclude with a detailed update of attempts to arrange the rescue of one of the dancing boys profiled in the film, an 11-year-old boy bought by Dastager from an impoverished rural family. It is a dramatic final chapter, full of new shocks and surprises, and, in the end, provides a measure of justice for the boy and his master.
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