viernes, abril 22, 2011

Nicaragua tan violentamente dulce ...

« Nicaragua tan violentamente dulce »
(Julio Cortazar)

NUESTRA AMERICA
(Unser America)
2005

En este documental de Kristina Konrad, quien vivió en Nicaragua entre el 1984 a 1986, aborda la situación nicaragüense entrelazando el pasado y el presente de dos mujeres, Magaly Cabrera y Ana Cecilia Rojas, comprometidas con el proceso revolucionario en las filas del ejército. Atrás quedó la utopía de un proyecto que luchaba por superar la pobreza y la desigualdad, en el que las mujeres tuvieron un protagonismo indiscutible.

La puerta de entrada a esta Nicaragua desaparecida es una simple foto : dos muchachas del Batallon de Mujeres Veronica Lacayo. A partir de esta foto nos invita a este reencuentro.



KRISTINA KONRAD , cineasta suiza presenta su pelicula :

Los dos años que pasé en Nicaragua fueron el periodo en el que viví los momentos más intensos y más controvertidos de mi vida.

Una Revolución en medio de una encrucijada, es decir, entre el deseo por un reinicio radical y la necesidad de reconciliarse y abrirse. Una Revolución que mueve cielo y tierra, encontrándose prisionera por todo lo que faltaba y en un estado de dependencia brutal del “mundo exterior”.

Una Revolución caracterizada por la re-construcción y destrucción; por una profunda religiosidad y un espíritu rebelde, así como por el deseo de llevar las riendas del destino.
Nunca me había reído tanto como con aquella gente atormentada y marcada por guerras y la miseria. Y sin embargo, su fatalismo me enervaba a mí como europea, de la misma manera que su capacidad de improvisación me dejaba asombrada.
La suave belleza del país engaña…, volcaes vomitando lava, tierras áridas, huracanes y tempestades arrastrando casas y personas, la tierra temblando y abriéndose…año tras año confrontados a alguna catástrofe.
Y como por arte de magia esa aridez se transforma, después de la primera lluvia, en un verdor exuberante y floreciente.
Fue una relación intensa y un contacto con un país y su gente que nunca más volví a experimentar de esa forma. Ahora, mirando hacia atrás, podría afirmar que fue también mi encuentro con el “hacerse revolucionario” de los seres humanos y su esperanza de llevar una vida digna. Una esperanza que aun en las circunstancias más difíciles provocaba un sin embargo lleno de humor.

Esa Nicaragua agitada, abriéndose camino, de cambios e historias sorprendentes atraía como un imán: miles de norteamericanos y europeos, acostumbrados a una buena vida material y casi completamente desacostumbrados a soñar, renunciaron al encanto del consumo, es más, a la ducha cotidiana y “a una copiosa cena ganada con el sudor de sus frentes.”
Ellos se expusieron a peligros de muerte y, especialmente, a una vida cotidiana bien difícil, vivieron y trabajaron en Nicaragua apoyando la Revolución pero también luchando por sus propios sueños.
La Revolución nicaragüense tampoco tenía un buen porvenir. Nicaragua tiene hoy (2005) un gobierno neoliberal. El pueblo le quitó el poder a la Revolución a través de elecciones democráticas. Cabe agregar que, en el transcurso de una guerra sucia, dirigida por los Contras y financiada por Nuestra America, los Estados Unidos, 50.000 personas perdieron la vida antes de que el pueblo se decidiera democráticamente contra los sandinistas.
También se podría hablar de la corrupción progresiva de los sandinistas, algo que llevó a que muchos líderes intelectuales les dieran la espalda. En 2001, durante la campaña electoral entre los neoliberales y los sandinistas, el cura, poeta y ex ministro de Cultura sandinista Ernesto Cardenal lo formuló así: “Por un lado, tenemos al capitalismo auténtico y por el otro, una revolución falsa. Son dos males diferentes.”


No obstante, lo que sí se perdería con esto sería la comprensión del « hacerse revolucionario », de ese momento en donde lo imposible se hace posible, donde la historia pierde sus cabales y lo utópico parece (ser) algo concreto. Es ese el momento que más me ha interesado e inspirado para realizar este proyecto.

Sentí miedo de regresar a Nicaragua, miedo de esa “nueva” Nicaragua. Y sí que viví otro país.

A primera vista, Nicaragua se ha convertido en un país « normal » del Tercer Mundo; una normalidad que significa ante todo, miseria incipiente, desempleo y corrupción. Es decir: Una vida bajo condiciones infrahumanas, y quizás lo peor: la falta de esperanza.


Aparte de todo eso, sentí un país traumatizado por la guerra, la corrupción y las catástrofes. Un país que parece como un enclave de Estados Unidos cerrando los ojos ante su propia historia.

Quizás la película sea también un intento de darle cabida a “ese momento” de la historia.

http://www.weltfilm.com/html/eng/welcome.html

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