Dr. Sócrates
el demócrata del fútbol
Tan elegante y sobrado, desprende arrogancia sobre el campo.
Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira
Fallecido ayer a los 57 años ... Un héroe romántico. Fumador empedernido y gran bebedor de cerveza, sufrió en los últimos meses una hemorragia digestiva y esperaba un trasplante de hígado. Deja mujer y seis hijos. Era medico y futbolista.
Su padre fue un autodidacta que les dio a sus tres primeros hijos nombres de filósofos griegos. Sócrates nació en 1954 en Belém, aunque empezó a jugar en el Botafogo (1974-1978) al desplazarse a Ribeiro Prato, a 280 kilómetros de São Paulo. La mayor parte de su carrera la desarrolló en el Corinthians (1978-1984). Siempre distinto, al principio no le gustaba celebrar los goles (172 en 297 partidos) y los aficionados se quejaron de ello al presidente del Corinthians.
"Soy el antiatleta", declaró para explicar un cuerpo demasiado espigado, 1,93 metros, y unos pies demasiado pequeños, calzaba un 37.
"Los futbolistas somos artistas y, por tanto, somos los únicos que tenemos más poder que sus jefes", argumentaba el centrocampista.
"Para mí", reflexionaba Sócrates; "lo ideal sería un socialismo perfecto, donde todos los hombres tengan los mismos derechos y los mismo deberes. Una concepción del mundo sin poder". Por eso defendió a ultranza lo que se conoció como la democracia corinthiana, forma de gobierno bajo el lema de "Libertad con responsabilidad", donde el club actuaba como una comunidad de personas en la que todos sus miembros, desde los suplentes o utileros hasta los más altos directivos, tomaban en conjunto todas las decisiones que los afectaban, y en la que todos los votos contaban por igual. La mayoría, el consenso, mandaba. Así, se establecieron los horarios de los entrenamientos, las comidas, las alineaciones, fichajes, despidos... todo. Incluso se aprobó la libertad de acción del futbolista a deshoras fuera de la cancha, nada mejor para Sócrates, que siempre defendió su derecho a fumar un cigarrillo tras otro, a beber. "El vaso de cerveza es mi mejor psicólogo", decía con esa voz susurrante, entremezclada con gallos. Entre otras cosas porque nunca le hizo falta correr demasiado; le alcanzaba con su cerebro, con sus pies.
Por más que lo defendiera, sin embargo, este admirador de Marx nunca fue uno más en el vestuario del Corinthians, club que se convirtió en la imagen de la revolución brasileña en contra de la dictadura, que ya estaba al final de su mandato. No era raro ver imágenes del equipo, ante sus 80.000 fieles seguidores, con pancartas antes de los partidos como "Democracia", "Quiero votar a mi presidente" y "Derechos ya". Ese el otro éxito del Corinthians, que se laureó con los campeonatos del 82 y, ya en Pacaembú, en 1983, el día de la final paulista ante 37.000 gargantas alborotadas, voces perdidas entre el ruido... Sócrates marcó el único gol, el del triunfo.
- "La gente me dio el poder como un futbolista popular"
-"Si la gente no tiene el poder de decir las cosas, entonces yo las digo por ellos. Si yo estuviera del otro lado, no del lado de la gente, no habría nadie que escuchara mis opiniones".
-"Lo mejor que el fútbol me dio fue la oportunidad de conocer a los seres humanos. Conocí a personas que sufrieron muchísimo y también conocí el otro lado de la sociedad, los que lo tienen todo. Pude ver las dos caras de la sociedad en la que vivimos".
- "Cuando le puse a uno de mis hijos Fidel, mi madre me dijo: 'Es un nombre un poco fuerte para un niño'. Y le respondí: 'Madre, mira lo que me hiciste a mí"
- "No se trata sólo del juego en sí. Antes que nada, el fútbol es una batalla psicológica, el aspecto humano tiene un papel significativo".
- "¿Por qué causas más conmovedoras no mueven tanto como el fútbol: como los niños en la calle, los tsunamis, la miseria extrema en el corazón de África y en algunas otras esquinas, el genocidio y muchas otras?"
- "Muchas veces pienso si podremos algún día dirigir este entusiasmo que gastamos en el fútbol hacia algo positivo para la humanidad, pues a fin de cuentas el fútbol y la tierra tienen algo en común: ambos son una bola. Y atrás de una bola vemos niños y adultos, blancos y negros, altos y bajos, flacos o gordos. Con la misma filosofía, todos a fantasear sobre su propia vida".
- "Regalo mis goles a un país mejor".
- "Ganar o perder, pero siempre con democracia".
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